Banshee by Angy Skay

Banshee by Angy Skay

autor:Angy Skay [Cuadros, Angy Skay y Belén]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Entre Libros
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


Capítulo 21

Maureen

Desde el momento en el que le propuse a Cathal que debía ayudar a Taragh a recordar, tuve claro cuál iba a ser el lugar adecuado. No podía dejarla en su casa de Moher. Allí tendría la presencia de sus hijos y no queríamos que ellos se asustaran por el hecho de que su madre no los reconociera.

La llevé a Blacksod completamente dormida por la inyección que le habíamos puesto. La casa de mi abuela iba a ser el sitio idóneo para que las dos estuviéramos solas y donde podríamos pasar tiempo para recordar. La acosté en la cama de uno de los cuartos de arriba y me acomodé en el sillón que había junto a la ventana. Me quedé traspuesta, pero desperté al escuchar cómo se retorcía entre las sábanas. Parecía que estaba despertándose.

—¿Dónde estoy? —preguntó al abrir los ojos y echar un vistazo al dormitorio.

—Tranquila —me incorporé en el sillón—, estás a salvo.

—Que esté a salvo no me aclara dónde estoy —espetó con cierto tono de enfado.

Esa era Taragh, o por lo menos la que yo recordaba.

—Estás en Blacksod, en el condado de Mayo. En casa de mi familia.

Taragh me examinó con detenimiento.

—Tú estabas en el tanatorio el día que me desperté. ¿Por qué los has ayudado? —soltó sin más, dos preguntas completamente distintas.

—Y que lo digas. —Reí—. Vaya susto que me diste. ¿Me recuerdas de algo más?

Me levanté y vertí agua de la jarra en el vaso que tenía en la mesita de noche, ignorando la segunda pregunta.

—Tengo algunos flases, pero no consigo ubicar a nadie. Te recuerdo, pero no lo tengo muy claro.

—Bueno, si te soy sincera, seguro que de mí tendrás recuerdos de todo tipo, tanto buenos, como malos. No voy a engañarte.

Le ofrecí el vaso que aceptó con gusto.

—¿Malos? Si son recuerdos malos, ¿qué hago aquí?, ¿me has secuestrado también?, ¿y dónde está mi marido?, ¿y mi abuelo?, ¿y el tirano de Cathal?

Suspiré. Su marido… Si Cathal escuchaba esas palabras de su boca… la volvía a enterrar.

—Calma. No me atropelles a preguntas. De eso es mejor que hablemos con tranquilidad más adelante. —Carraspeé—. Respecto a nuestra relación, digamos que no comenzamos con buen pie la primera vez que nos vimos. Hubo gente que malmetió y nos obligó a llevarnos como el perro y el gato. A la larga se ha demostrado que ni somos tan buenas ni tampoco tan malas. Y, bueno, estamos condenadas a entendernos. —Sonreí.

—Es curioso, aunque, si te digo la verdad, de toda la gente que he visto desde que me desperté en aquel ataúd, tú eres la única persona que me inspira confianza.

Terminó de incorporarse, estirando su cuerpo, sin quitarme los ojos de encima. Me dio la sensación de que hacía que su mente funcionara a mil por hora, pero no lo conseguía. Por lo menos tenía un punto a mi favor. Le inspiraba confianza, o eso había dicho.

—Supongo que porque tampoco tienes ningún motivo. Pregúntame lo que quieras y, si yo lo sé, te lo explicaré.

—¿Dónde está mi



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